Así pues, de repente me ví embarcado en la aventura de correr un 3.000 obstáculos en la semifinal del Campeonato de Madrid de clubes. Nuestro entrenador, Rafael Pajarón, nos comunicó a Marco (compañero de club y amigo) y a mí, que éramos los elegidos para ir pegando saltos durante 3 kilómetros. Nunca pensé que correría esta disciplina, y lo primero que empezó a preocuparme era eso de saltar la ría. Desde que lo supe, me imaginaba en las peores situaciones, tropezando con la valla y cayendo al agua, desequilibrándome en el salto con algún otro atleta... Así que para conocer mejor el mundo "obstaculero" acudí a Youtube. Me empapé de vídeos de obstáculos, admiré la calidad de muchos de los atletas, y me topé con algunas (escasas) caídas que no contribuían a aportarme excesiva confianza, pero el hecho de que tanto Marco como yo fuéramos novatos en la prueba hizo que nos tranquilizáramos mutuamente.
Orgullo de club |
Es sábado y allí nos plantamos, en el polideportivo de Arganda del Rey para dar el máximo número de puntos posibles a nuestro club (lo cual dependía de la marca, no de la posición), y contribuir así a pasar a la final, a la que solo podrían acceder 4 de los 12 clubes presentes. Marco me había recogido en su furgoneta junto a Ivan, otro compañero, y ya en el camino evidenciamos nuestras dudas con algunas cuestiones que nos formulábamos. "¿Hay dos rías?", "¿los primeros 200 metros entonces no tienen obstáculos?", "¿tocarás los obstáculos o no?" La conclusión fue que lo importante era acabar y hacerlo lo mejor posible, planificando un objetivo de tiempo de entre 11'30'' y 12'30''.
Aparcamos, vemos algunas pruebas, animamos a nuestros compañeros de club, y nerviosos como pocas veces antes de una carrera, nos dirigimos a la cámara de llamadas, donde enseñamos el DNI para demostrar que efectivamente somos nosotros. Emprendemos un breve rodaje con las zapatillas de clavos y poco después conversamos con alguno de los participantes. "Pues este año he corrido varios crosses quedando entre los 10 primeros...." suelta uno. "¿Nunca habéis corrido en pista y os meten en obstáculos? Vaya faena", comenta otro. "Llevo toda la semana entrenando obstáculos", termina por arreglarlo otro más. Nosotros hemos saltado el obstáculo unas pocas veces, tanto apoyando como sin apoyar, y nunca hemos competido en pista. La temida ría no la hemos saltado nunca. "Es entrenable, pero los riesgos de lesión hace que no sea recomendable". Palabra de nuestro entrenador.
Empieza el espectáculo |
Por fin nos llaman para saltar a pista. Marco me choca el puño mientras las pulsaciones siguen algo elevadas. "Quién pise la línea será descalificado", dice el juez con los corredores tomando posiciones. Esperamos el disparo. Aprieta el gatillo. No va. Nos mandan disolvernos y volver a colocarnos. Segundo intento, funciona y desde la calle exterior salgo un poco en tromba integrándome en el grupo. No miro el reloj y me limito a seguir el ritmo general. Pasamos los primeros obstáculos, salto los primeros obstáculos sin tocar y el grupo se pone en fila. Se corre rápido y veo cada vez más cerca la temida ría. Rafael, nuestro entrenador, colocado estratégicamente unos 100 metros antes del salto de la ría, nos dice que cambiemos de ritmo cuando nos acerquemos para así coger más impulso y hacer el salto más efectivo. Llega el momento que tanto temía, salto con fuerza y me impulso con el obstáculo. Vuelo.
¿Un águila? ¿Un halcón? ¿Karate Kid? |
Caer con una pierna, y seguir corriendo con la otra, esa es la idea y lo que hago. Los calcetines se mojan y estoy algo más pesado. Otros prefirieron correr sin calcetines. Sigo corriendo y paso el primer kilómetro. Apenas miro el reloj porque estoy concentrado en saltar los obstáculos que cada 80 metros te cortan el ritmo. Viéndolo luego me doy cuenta de que lo pasé en 3'23'', excesivamente rápido, pues si contamos los obstáculos equivaldría a haber pasado en torno a 3'. El segundo kilómetro se me empieza a hacer largo y me voy quedando. Sigo sintiendo el agua de la ría en cada vuelta bajo el intenso sol de Arganda, los gritos de los compañeros de club resuenan desde la grada. Oigo mi nombre y me impulsan seguir dándolo todo. Segundo kilómetro: 4'06.
Entro en el tercer y último kilómetro, sufro y salto los obstáculos apoyando uno de los pies, solo quiero encontrarme con la meta. Última vuelta, suena la campana, el ritmo es menos alegre y no tengo posibilidad de cambiar de ritmo, pero trato de que no me adelante el atleta que viene unos metros detrás mía para motivarme.
Luchando |
Salto la última ría y encaro la meta. Tiempo final, 12'13'', a 4'04'' de media. Dentro de lo esperado, aunque tampoco termino muy satisfecho por la posición, 12 de 13 participantes.
Viendo los tiempos del resto de pruebas me doy cuenta de que mi rendimiento sin obstáculos es mucho más competitivo, ni cuestas en ruta ni obstáculos en pista son favorables a mi estilo de correr. Si lo fueron para mi compañero de debut, Marco, que realizó un carrerón y terminó haciendo un tiempazo de 10'52''.
En meta me espera y nos saludamos cuando recupero el aliento. Hemos aportado puntos al club con nuestro esfuerzo. Comemos algo por Arganda y disfrutamos de la tarde en la pista animando a nuestros compañeros/as hasta el final. ¿El resultado? La A.A. Moratalaz llega a la final tras terminar en segunda posición. Objetivo cumplido. Una final en la que no podré competir por ser el 21 de abril, día antes del Maratón, pero en la que espero poder estar animando.
Últimos esfuerzos |
Aunque parezca excesivo, el finde atlético no acabó ahí. Al día siguiente tenía otra cita, esta vez con el asfalto. Y es que antes de saber que correría en pista estaba apuntado a la Carrera Intercampus, que se desarrolla entre los campus de Leganés y Getafe de la Universidad Carlos III. No sentía molestias del dia anterior, aunque noté el cansancio, y tras pasar el primer 5 k en 18:40, acabé en 39'11'', mi segunda mejor marca en 10 k, y puesto 128 de casi 2.000 llegados a meta. Un tiempo que me dice que el sub 38' puede ser una realidad este año. Sé que estaréis pensando que no es bueno competir tanto cuando se está en la preparación de una prueba de la envergadura de un maratón, pero la musculatura está aguantando bien, y competir no me está impidiendo retomar los entrenos.
Este domingo llegará el último gran test con dorsal, la Media Maratón Asics Villa de Madrid. 19.000 participantes y el objetivo de mejorar mi marca de 1h30'55'' disfrutando junto a Djoro, un compañero de club originario de Gambia que me acompañará en la que será mi séptima media maratón. Como pasa el tiempo.