De amarillo en el Cross de Moratalaz |
Parece un estilo de música pero es hierba fresca, pinares que ocultan el cielo, cuestas empinadas, bajadas suicidas y cuando los cielos descargan, barro, mucho barro. El Cross Country es atletismo puro y desde su nacimiento en Inglaterra en el siglo XIX suele inaugurar el calendario anual con pruebas de tanta tradición en España como Itálica, Atapuerca y Elgoibar entre otras. No quise faltar a dicha tradición, y este mes de enero que concluye el cross ha tenido cierto protagonismo para mí, al participar en los crosses de la UNED y de Moratalaz.
Del primero de ellos, celebrado en la zona estudiantil de Madrid, la Ciudad Universitaria, me llevo la dureza que a lo largo de sus 5 kilómetros no da tregua a los corredores, con unas cuestas de vértigo y unos descensos pronunciados que obligan a poner el freno para no acabar por los suelos. Una de las imágenes que me llevo es el de uno de los corredores que iba delante mía parado y agarrado al tronco de un árbol vomitando... No fue muy agradable de ver. Al final puesto 108 de 380 participantes a una media de poco más de 4:30 en un circuito que a mis piernas no les daba para más en una mañana fría, fría, fría.
Salida Cross de Moratalaz |
El otro cross en el que tomé parte, la semana siguiente, tenía un valor especial por ser el de mi barrio de adopción en Madrid, Moratalaz, y por estar organizado por el club del que desde este mes formo parte, la Asociación Atlética Moratalaz, un equipo con tradición sucesor del mítico Larios donde ya me están dando caña de la mano de su entrenador Rafa, antaño seleccionador nacional, nada más y nada menos. Disponer de un gimnasio y de gente con la que entrenar será positivo para la preparación maratoniana. Pues bien, con un recorrido de algo menos de 6 kilómetros de caminos de tierra dura (la lluvia este mes de enero ha brillado por su ausencia para desgracia del necesitado campo y de los ciudadanos que sufrimos el aire contaminado de la capital), dicho cross sí permitía meter una velocidad más, concretamente a una media de 3:55 el kilómetro y siguiendo de lejos a uno de mis compañeros de club, el senegalés Mahmadou, de 21 años, una gacela que venció en promesas y con unas condiciones privilegiadas para el atletismo. Al final, puesto 16 de un total de poco más de medio centenar de participantes.
Con Mahmadou |
No todo fueron caminos de tierra, hierba y pinares,otra de las carreras del mes de enero fue el trofeo Paris. Un 10 k con muy buena prensa entre los corredores, que hace gala de una organización impecable en un entorno, el de la ribera del Manzanares, muy atractivo para echar unas zancadas mañaneras. Hasta allí me desplacé con las agujetas de haber corrido el día anterior el cross de la UNED (sí, ese del que hablo arriba lleno de cuestas y desniveles), y claro, dos carreras en dos días pasan factura. Pasé el kilómetro 5 en 20 minutos, a 4' el kilómetro, pero desde ahí hasta meta el rendimiento bajó ostensiblemente, especialmente en los dos últimos kilómetros, donde solo luché por acabar en un tiempo de 42'47''. Lejos del sub 40 de los dos últimos 10 k, pero satisfecho por saber el motivo del pequeño bajón.
Trofeo Páris - 10 k |
Al margen de carreras, la inscripción al club ya comentada arriba ha sido lo más destacado del mes, pero no lo único. También tomaré parte en algunos de los entrenamientos que cada domingo el club MAPOMA organiza en la Casa de Campo de Madrid con vistas al Maratón junto a más de un centenar de corredores divididos según objetivos de tiempo (estoy en el grupo sub 3h30). No dejaré de correr solo en alguna ocasión, pero compartir una pasión siempre es gratificante, y eso es lo que pretendo en el camino hacia el Rock&Roll Marathon de Madrid que empiezo este lunes con 12 semanas por delante, una travesía en la que ya tengo plaza reservada en los medios maratones de Fuencarral (12 de febrero), Ciudad Universitaria (11 de marzo) y Villa de Madrid (1 de abril). También estaré en un cross corto, el Trofeo Marathon (5 de febrero), y en el que dicen es uno de los 10 k más favorables para hacer marca, la Carrera del Agua (18 de marzo). El resto serán entrenos y más entrenos. Madrid no es un maratón más, es dureza, es sufrimiento, es cuestas en una parte final llena de corredores andando buscando una meta que no termina de llegar nunca.
Que empiece el espectáculo.
¿Alzaré los brazos en el Retiro el 22 de abril? |
En el coliseo blanco |