martes, 10 de abril de 2012

Viendo la luz

Hoy casi puedo andar sin molestias, y eso, por trivial que parezca, es la mejor noticia de los últimos 10 días. Desde que inaugurara este mes de abril con la lesión en el Medio Maratón de Madrid. Tras varios diagnósticos erróneos (la fisio después de la carrera decía que era una microrrotura fibrilar, el primer médico que me atendió una distensión del tendón...) el traumatólogo determinó que se trataba de una periostitis. Investigando un poco me entero de que es una dolencia habitual en el corredor de fondo, y entre los motivos de que aparezca me topé en la revista runners con estos:

1/ Superficie de entrenamiento inadecuada. Llámese asfalto o cualquier superficie endurecida.

2/ Escasa o nula preparación muscular del individuo. Eso, que el gimnasio y los ejercicios también existen.

3/ Volumen y/o intensidad inadecuadas. Entrenar más de la cuenta o con más intensidad o incluso variar la carga de entrenamientos de una manera brusca nos puede llevar a la periostitis.

4/ Defectos biomecánicos. El exceso de pronación, la forma de nuestro pie (sobre todo si es cavo) y otros defectos de carga pueden ser causa directa de periostitis.

5/ Calzado inapropiado. Escasa amortiguación o falta de estabilidad provocan periostitis.

6/ Escasos o nulos hábitos de tratamiento muscular. No acudir nunca al masajista puede salir caro, no estirar, etc.

7/ Hábitos de vida poco saludables. Trabajar de pie, el stress, mala alimentación, conducir muchas horas, etc. puede asociarse a diversas lesiones.

De entre estos pecados puedo destacar que corro bastante en asfalto, que el gimnasio casi no lo toco y que he competido algún fin de semana incluso en dos ocasiones. Ello unido a la escasa amortiguación de las adizero adios que uso para los 10 k y a los impactos durante el 3.000 obstáculos que corrí, pueden haber formado ese cóctel final que ha terminado impidiéndome llegar al objetivo del Maratón de Madrid. Para prevenirla y combatirla runners también aporta algunos consejos, de entre los que meter las piernas en un cubo de agua con hielo tras el entreno parece ser el más efectivo.

Antes de que acabe el mes espero, sin embargo, estar ya rodando, si bien seguiré con el reposo que me han recomendado al menos durante 10 días más. Volver a andar por mi mismo ya la he sentido como una gran sensación tras 10 días enganchado a las muletas. Espero sentir pronto lo que es correr de nuevo, últimamente ni ganas tenía de ver vídeos o leer blogs, porque solo conseguía aumentar mi impotencia. Ahora sí, por fin, voy viendo la luz.


domingo, 1 de abril de 2012

La amargura del corredor de fondo

Kilómetro 20. Toco con los dedos mi mejor marca en Media Maratón tras pasar dos 10 k casi idénticos en 41:50 y 42:10. Estamos bordeando El Retiro, donde todo empezó y donde los 21,097 kilómetros llegan  a su fin. Llevo 1h24' y pese al gran desgaste que ha supuesto esa sucesión de subidas y bajadas que nos han acompañado durante gran parte del recorrido, aún me quedan algunas fuerzas. Kilómetro 20, siento un dolor indescriptible un poco más arriba del tobillo.

La mañana empezó pronto, con el despertador a las 7 y recibiendo a Djoro a las 8 en la parada de metro. Originario de Gambia, su historia podría ser el argumento de un libro. Embarcó rumbo a Canarias en patera y cuando una chica en bikini le dijo "corre" tras verle llegar empapado y exhausto a la arena canaria, él aún no hablaba español para entender lo que le decía. Su mente pensaba en dialectos africanos y algo de francés. Tras eso llegaron las largas semanas en centros de internamiento antes de ser enviado a Madrid. Hoy trabaja de electricista y de vez en cuando imparte charlas contando su experiencia por toda la geografía nacional. No solo eso, ya entiende la palabra correr. De hecho, la pone en práctica siempre que puede en la Asociación Atlética Moratalaz. Nuestro club.

Con Djoro en la salida


Nos saludamos en el exterior de la parada y penetramos en el vagón de metro, donde los corredores, como los domingos de grandes carreras en Madrid, somos mayoría. 18.000 inscritos en la Media Maratón se preparan para el asalto a la distancia con objetivos de marca diversos o sin ellos, compartiendo la libertad de correr y el ansia de tomar las vías de Madrid. Bajamos del metro y nos topamos con una mañana fresca y una temperatura perfecta, nos internamos en El Retiro y dejamos la mochila en el guardarropa. Estiramientos, trote y para el cajón de salida. "¿Preparado Djoro?", "Claro". Choque de manos, aplausos y pistoletazo de salida. No estamos mal situados pero correr se hace difícil ante la marabunta de corredores, sin embargo poco a poco nos abrimos paso y picamos el primer kilómetro en 4'14'', el ritmo que queremos mantener durante los 20 restantes.

La primera parte del recorrido hasta el kilómetro 9 donde se encuentra Plaza Castilla, tira hacia arriba con algunos descansos, pero la segunda mitad es más favorable, por lo que trato de seguir un buen ritmo con la idea de que después podré dejarme llevar un poco más. Da resultado. Djoro me lleva bien, recoge mi agua en el primer avituallamiento y me hace gestos con la mano para que lo siga cuando flaqueo un poco. Tiene 1h26' en Media Maratón y potencial para mucho más. Los kilómetros pasan con poca gente en las calles y por fin llegamos al corazón financiero de Madrid. A Plaza Castilla. Bajamos y recupero fuerzas sin grandes cambios de ritmo. Alcanzamos el kilómetro 10 y llega uno de los momentos que más estaba esperando en la carrera, mis compañeras de clase Claryed (venezolana) y Cynthia (mexicana), reparten agua a diestro y siniestro como voluntarias de la carrera animando a todo el mundo y con una sonrisa en los labios que contagia ánimos. Nos gritamos saludándonos y sigo mi marcha con ánimos renovados.

Las dos voluntarias más enérgicas de la Media de Madrid





Sigo a un ritmo bastante constante sin apenas cambiar la media de 4:10 el km desde el inicio de la prueba, y con los kilómetros entre 3.55 el más rápido y 4.22 el más lento. En el 14 Djoro se ve con fuerzas, y tal como hablamos al inicio, tira para adelante por su cuenta. Llego al 15 y cojo el agua del avituallamiento a la vez que me acuerdo de que había planificado tomarme el gel, así que gel para adentro y trago de agua detrás. No me siento mal pero tampoco voy sobrado de fuerzas. Nunca me acostumbraré a esas cuestas de Madrid. Avanzo y oigo un grito de "Álvaro" emerger de entre el público, me giro y veo que es es Gandara, miembro del club que ha ido a la carrera a animar, se agradece. La meta se acerca, estoy en el kilómetro 19, el temido kilómetro 19 donde vuelve a tirar para arriba la carrera con una cuesta para la que ya no me quedan fuerzas ni ánimos. Reduzco el ritmo mientras veo a alguno quedarse o caminar. Paso el mal trago, pero mi zancada deja de ser lo que era. Me parece que voy mucho más despacio de lo que realmente voy, pues reduzco el ritmo 20 segundos por kilómetro pasando el 19 en 4.32 y el 20 en 4.31. Quedan 1.100 metros y llevo 1h24'. Lo voy a conseguir, pienso. Cincuentro metros más adelante todo se viene abajo.

Un dolor insoportable encima de la cara interna del tobillo me impide seguir corriendo. Troto un poco y desisto. Camino. ¡La meta está tan cerca, no me puedo creer que me esté pasando esto! Entro en El Retiro, no queda mucho y trato de llegar donde puedan atenderme en lugar de quedarme sentado en la acera, tampoco me he retirado nunca en una carrera y estando tan cerca prefiero no hacerlo. Un corredor de en torno a 60 años me ve caminando sombrío con la cabeza gacha y lamentando mi suerte. "¡Vamos que ya queda poco!" me espeta mientras para mi sorpresa, disminuye el paso y trota junto a mi. "No puedo, me duele, vete para adelante no pasa nada", le digo al hombre, que aún puede bajar de 1h30'. Decide quedarse conmigo. Un miembro de la organización me ve cojear y me pregunta si quiero réflex, le digo que sí y el spray refresca la zona afectada. Me sigue doliendo igual. Me dan ganas de llorar de rabia. Pata coja, caminar, pata coja, caminar. 400 metros. El público tras las vallas se vuelca conmigo dándome ánimos por verme llegar así. Siento la palmada en la espalda de algún corredor mientras el señor mayor no se va por más que le digo que no se preocupe y me acompaña en todo momento animándome. Su gesto me está emocionando, pierde minutos y minutos con la meta a solo unos cientos de metros después de hacer una carrera para estar tranquilamente por debajo de la hora y media. Esta gente es grande joder, pienso.

Llega otro corredor por detrás a una velocidad no desdeñable y hace que me agarre a su hombro para llegar así a la pata coja a meta, pero el señor que va a mi lado le dice que me deje, que no puedo ir así, por lo que le doy las gracias y sigue adelante. Ya veo la meta y el reloj, estoy cabreado por la mala suerte que he tenido pero emocionado con las muestras de cariño de la gente, y sobre todo del señor que me ha acompañado sacrificando su marca. Cruzo la meta en 1h 34'03' haciendo el último kilómetro en casi 10 minutos, y le doy un abrazo agradeciéndole el gesto. Estas cosas me hacen querer más al atletismo, y siento que he aprendido más en ese último kilómetro que en los 20 precedentes.

A duras penas llego al encuentro con Djoro en el lugar acordado, le cuento mi problema, un corredor me ve y me ofrece crema y un gelocatil mientras Djoro va a recuperar mi mochila del guardarropa (tardaron 15 minutos en encontrarla). Vuelve e inicio una travesía subido en la espalda de Djoro hasta el Samur, que me manda en silla de ruedas a fisioterapia mientras uno de los sanitarios le comenta a otro "vaya día estamos teniendo hoy eh", a lo que le pregunto si ha habido muchas incidencias médicas. "Un hombre casi se nos muere, hay gente que no saben que el corazón tiene límites y se pasan de esfuerzo". Cierto. Tras ir de un lado a otro por fin una fisioterapeuta me toca la zona afectada y me da su diagnóstico "microrrotura fibrilar". Vuelvo a subir a la espalda de Djoro y mi compañero de piso viene a buscarme en coche mientras recibo llamadas de mis compañeros de máster y amigos, Pablo, Cynthia y Claryed preocupándose por mi y animándome.

Me siento mal porque veo desvanecerse ese Maratón de Madrid que tenía en el horizonte, seguramente he hecho cosas mal en la planificación y debería haber sido más prudente, pero lo hecho hecho está. Maratones habrá muchas y carreras más, ahora solo quiero volver a apoyar el pie sin dolor y volver a disfrutar de correr. En mi retina y en mi corazón quedan el apoyo de mis amigos, el compañerismo sin límites del señor que me acompañó, y las ganas, más grandes que nunca, de volver a disfrutar en cuanto esté completamente recuperado, de esta pasión llamada correr que me hace sentir tan lleno.

Gracias.