lunes, 28 de noviembre de 2011

Maratón de Valencia: Un sueño cumplido

Respiro hondo y miro a mi alrededor. Una masa de corredores (siete mil para ser exactos), separados entre ellos por centímetros, aguardan los pocos minutos que restan para el pistoletazo de salida bajo el despejado cielo de Valencia. Los dorsales sujetos con imperdibles, los rostros cargados de tensión unos, de risa nerviosa otros, de seguridad en los experimentados. No todos llegaremos. Yo soy un novato. Es mi primer maratón. Mis primeros 42 kilómetros 195 metros y no conozco vida más allá de los 21,097 kilómetros. Nunca he pasado de ahí. Estoy colocado en la parte trasera debido a la masiva afluencia de corredores, por lo que me veo obligado a cambiar mi plan inicial de seguir a la liebre que marca un ritmo constante para llegar a meta en 3 horas y media por el de seguir mi propio ritmo hasta alcanzarla.
Concentrado antes de empezar


La noche previa ha sido tranquila, mi cuerpo descansó tras un día de paseo por la playa, paella en el paseo marítimo y visita a la Expo del corredor para recoger el dorsal y hacer algunas compras. Abro los ojos a las 5:49, poco antes de que sonara el despertador, programado para las 6. Pese a los nervios previos a una gran cita, no me cuesta demasiado conciliar el sueño, aunque mientras duermo mi mente divaga en sueños extraños. Sólo recuerdo que moría Cristiano Ronaldo. ¿Alguna interpretación? Duchita, cereales, vídeos de motivación, repaso que no se me olvide nada y salgo a la noche valenciana a esperar el tranvía acompañado por Mathilde, amiga francesa que hará de fotógrafa. En la solitaria parada compartimos asiento con dos hombres de aspecto sospechoso durante unos minutos. Me pregunta si estoy nervioso. Un poco, respondo. Llevo tres meses entrenando para este día. Es día de examen pero no siento el temor de los días de colegio, más bien el ansia del día de Reyes, de esos días en que esperas que pase algo especial. 

Tras el tranvía tomamos un metro y aquí estoy, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, en pantalón corto, con un número en la camiseta y una tirita en la nariz para respirar mejor, mezclado entre miles de corredores esperando que un tipo dispare al aire dándonos así permiso para empezar a correr 42 kilómetros 195 metros. Y todos los allí congregados, equipados de relojes con gps, ipods, y demás adelantos que nos proporciona la tecnología de hoy, corremos esa distancia porque hace más de 2.000 años un tal Filípides completó esa misma distancia, que separa las ciudades griegas de Marathon y Atenas, para avisar de que los persas habían sido derrotados para a continuación caer muerto por el esfuerzo. Suena absurdo. No lo es.
Con 42 kilómetros por delante

Llega el momento. La marea humana comienza a moverse en la parte delantera. 3 minutos después paso el arco de salida y mi cronómetro se pone en marcha, 1, 2, 3, 4... suena la canción brasileña 'Ai se eu te pego', amigos, familiares y curiosos animan, fotos y más fotos. Los kilómetros vuelan, las sensaciones inmejorables. Grupos de música tocan en la calle y suben la moral, niños que chocan la mano, jóvenes valencianas vestidas de falleras, un grupo disfrazado de pitufos pone la nota de color (azul), y les choco la mano también. Paso el kilómetro 10 en 48.20, algo más rápido que mi idea inicial, que era pasarlo en 50' ¿Me como el mundo? No. Lo he leído y releído, el Maratón empieza en el kilómetro 30. 

Las conversaciones en el pelotón de corredores son vivas, unos hablan de maratones, otros piden al público que aplaudan, y los más bromistas sueltan alguna gracia que despiertan las risas generales. El valenciano también suena, como no podía ser de otra forma, y me topo con algunos de los 400 italianos que participan en la prueba. Del 10 al 15 (donde tomo mi primer gel de hidratos) hago 23:58, un minuto más rápido que el ritmo que me había propuesto. Es difícil contenerse y me digo que puedo pagarlo al final, así que coincidiendo con que por fin me topo con el numeroso grupo que sigue a la liebre de 3h30, me quedo con ellos unos kilómetros. Ir en grupo protege del aire, pero llega a agobiarme y quiero sentirme más libre, así que los sobrepaso y veo en la camiseta de un corredor delante mía una inscripción que me es familiar. 'Unyko'. Es el nombre de uno de los blogs que sigo, el de Javier, así que lo saludo, nos preguntamos qué tal vamos, qué tiempo queremos hacer y nos acordamos de algunos blogueros más antes de terminar la conversación, no quiero gastar fuerzas ni hacérselas gastar. 

Llegamos al kilómetro 20 y tal y como he ido haciendo hasta el momento, bebo agua en todos los avituallamientos. Nos acercamos al Medio Maratón y la música de Carros de Fuego suena a todo volumen de un altavoz. Piel de gallina. Pasamos el 21 y le digo a Javier que a partir de aquí todo es territorio virgen para mi. "No te preocupes, el maratón empieza en el 30", me responde. Voy con buenas sensaciones, y tengo un colchón de 4 minutos para bajara de 3h30 pensando en un posible bajón final. Los kilómetros pasan entre gente en bici que aprovisiona de líquido y comida a amigos y familiares, público que me da alas gritando mi nombre, que aparece escrito en el dorsal, paradas a orinar de algunos corredores, estiramientos de otros, y las primeras víctimas del Maratón, que caminan con rostro derrotado por la desilusión. 
Estos iban "un poco" más rápido

El recorrido iba siendo muy llano, tal y como esperaba, por lo que me sorprenden dos pasos por sendos túneles con sus correspondientes bajadas y subidas, que realizo sin forzar demasiado. El kilómetro 30 se acerca. El temido muro, pesadilla de tantos corredores, el lugar donde se acaban los hidratos y tiramos de grasas, donde el tio del mazo te dice, chico, hasta aquí has llegado, no eres lo suficientemente bueno. No eres Filípides. Y nos baja a la tierra. Con esta carta de presentación, mi encuentro con el cartel del kilómetro 30 fue más bien cordial. "Tu no me has visto y yo a ti tampoco, ¿de acuerdo?" Pero sí que lo vi. No de frente, Dios me libre, pero si de reojo. Y cuando lo miré pude oírlo decir "ya no habláis tanto como al principio eh", "ya no os cruzáis en adelantamientos temerarios". Y nadie le respondía. Silencio y concentración zancada a zancada. 

Llegamos al 32 y una espectadora, con su mejor intención, nos advierte del logro "¡ya habéis pasado lo peor, ya habéis pasado el muro!". A lo que un corredor que marchaba cerca mía me hizo sonreír al comentar resignado "¿qué hemos pasado el muro? Yo no me he dado cuenta de haberlo pasado". Siento que mi musculatura se resiente, que ya el paso no es tan alegre, pero sin embargo los tiempos no son tan malos, sigo la inercia que he venido arrastrando hasta entonces y paso por el 35 en 2 horas 53, haciendo el tramo entre el 30 y el 35 por debajo de los 25 minutos. 

Me veo cerca de llegar a la meta. Sólo 7 kilómetros. Me digo que un poco más que como de mi casa al corte inglés y volver. Me echo algo de agua por encima, me ofrecen un trozo de plátano, se me cae y lo recojo del asfalto, me lo como, y el corredor que me había dado el plátano, me ofrece el final de su bebida isotónica "para que bajes el plátano", me dice. Lo acepto y me siento conmovido por esa solidaridad tan sincera que existe en este deporte entre completos desconocidos. Sigo avanzando y me tomo el tercer y último gel, bajo un poco el ritmo y en el 38 paso por primera vez por encima de 5' el kilómetro. Sufro y me acuerdo de los amigos del máster, que durante las semanas previas me han dado muchos ánimos y sé que están un poco pendientes de mi, veo gente andando y dan ganas de andar. "No voy a andar, voy a correr, soy como un robot, solo tengo que seguir adelante mecánicamente, cuatro kilómetros no son nada", me digo. Veo a un corredor con la camiseta del Maratón Jerez avanzar muy poco a poco, le paso sin muchas alegrías y le suelto un "vamos paisano, viva Jerez".
La meta me esperaba

Paso el 39 en 5'14'', mi cara ya es de sufrimiento. Siento la emoción, que lloro sin lágrimas, de fondo oigo mi nombre alguna vez, un "ya lo tenéis hecho" que no sé de donde proviene, los pies de los de al lado ya no van rectos, ya no puedo chocar la mano de los niños, adelanto a pocos, me adelantan algunos más, cierro los ojos algunos momentos, los abro, los cierro, el sol está arriba, de frente. No sé si hemos pasado antes por este lugar o no, no miro los edificios que me rodean, solo al frente. Veo por primera vez una nueva decena, entramos en el kilómetro 40 completando en 5'28 el anterior. "Venga que son 10 minutos", grita alguien, parece mucho tiempo, demasiado, acorto la zancada un poco más, solo hay que seguir, la meta llegará en algún momento, no se puede correr hasta la eternidad, me frenarán, esos 10 minutos pasarán, sufro pero disfruto, ya sé que voy a llegar, que desde el primer metro hasta el último no me voy a detener. Miro el reloj y sé que bajo de 3h30. Que ese objetivo personal que tenía sin gritarlo mucho por ahí por no pasarme de atrevido, se iba a hacer realidad.

Paso el 41 haciendo 5'34'', ya estoy ahí, ya llego, devoro metros y metros, "voy a ser maratoniano", uno de esos a los que con tanto respeto miraba cuando me contaban que habían terminado la prueba. Mi cara llora sin lágrimas, el público lo ve y dice más mi nombre, no cambio el ritmo por muy poco que quede. La Ciudad de las Artes y las Ciencias está ahí, me sale una sonrisa, abro bien los ojos, siento que los músculos de la pierna derecha quieren guerra, trop tard, ya no podéis hacerme nada, cierro los ojos, abro los ojos.

Ya no sonreía tanto como al empezar
Llego al kilómetro 42. 5'34 también. Quedan 195 metros. Llego a la pasarela azul sobre el agua, a la recta de meta en la que siento que soy el único corredor, miro hacia la grada, levanto los brazos desde 100 metros antes, "¡lo conseguí, sí!", me grito. Veo ahí la meta pero me parece extraño el concepto de detenerme. ¿De verdad me paro ahí? Pienso en esos días de entreno y en las veces que he visualizado el momento de cruzar la meta. Paso bajo el arco, paro el reloj. 3 horas 29 minutos 16 segundos que empezaron en 1, 2, 3 y 4. 42 kilómetros 195 metros que empezaron en 1, 2, 3 y 4. Camino con torpeza, algo aturdido, mi cara debe ser muy expresiva por el peso de los kilómetros, me sonríen poniéndome la medalla, me sonríen dándome la bolsa con agua, plátano, powerade y naranjas. Camino y durante muchos minutos sigo viendo llegar a más y más corredores, y cuánto más tarde llegan, más me fascina la capacidad de sufrimiento y voluntad del ser humano.

Lo logré. Y durante todo este viaje hacia las entrañas de Marathon siguiendo los pasos de Filípides, confirmé lo que ya sospechaba. Corremos cuando somos niños y en algún momento de nuestra vida eso termina y nos volvemos adultos. Serios. Perdemos la capacidad de jugar, de correr por el mero hecho de sentirnos más libres, de sentir el aire rozándonos durante una mañana fresca mientras el mundo duerme. 

De correr por el hecho de sentirnos vivos.

Vídeo de entrada en meta (aparezco al final): http://www.corriendovoy.com/video.php?id=475&video=33508

PD: Mi Garmin marcó 600 metros más. Los casos que he consultado coinciden en que existió error de medición del recorrido.
*Fotos cortesía de Mathilde Bazin


domingo, 27 de noviembre de 2011

Maratoniano

3 horas 29 minutos 16 segundos desde la salida a la meta y un sinfín de sensaciones inolvidables. En cuanto descanse prepararé una crónica acorde al evento.

Un abrazo a todos

viernes, 25 de noviembre de 2011

Sensaciones desde el Turia

Hace apenas dos horas he llegado a la capital del Turia tras un viaje en coche desde Madrid de unas tres horas y cuarto con sendas paradas para echar gasolina e ir al baño (la continua ingesta de líquidos tiene la culpa). Acompañado de Pablo, piloto y compañero de piso originario de Valencia y amigo desde hace una década, hemos pasado el tiempo entre música y charla antes de llegar a su casa, donde me acogerá hasta el domingo. Hasta el día D. Tras dejar las maletas le he invitado a un restaurante italiano para seguir llenando el depósito de hidratos, que buena falta van a hacer.

Para mañana me tocará el primer contacto con el Maratón, recoger el dorsal en la Ciudad de las Artes y las Ciencias (donde también nos "regalan" un plato de pasta, que por algo la carrera no ha sido especialmente barata), y de ahí un breve paseo acompañada de una amiga que no se alargará mucho para evitar el desgaste e ir a dormir tempranito.

Todo esto son hechos y planes, pero os preguntaréis ¿y las sensaciones? Pues ciertamente aún conservo una calma mezclada con una ligera sensación de irrealidad, de no creerme que los 42 kilómetros 195 metros me esperan a la vuelta de la esquina. ¿Y las dudas? Hay algunas y por varios motivos:

1. La distancia más larga que he realizado durante la preparación ha sido la de media maratón (en varias ocasiones). Una buena planificación debería haber incluido tiradas más largas que por una cosa u otra al final quedaron en el aire. Fallo.

2. El kilometraje total ha sido superior a lo que nunca antes había realizado, pero se queda en torno a los 50 semanales, algo bajo.

3. Esta semana por trabajos y exámenes del Máster no he dormido todo lo que debería.

Entre las buenas noticias de estas 12 semanas dedicadas a la distancia de Filípides destacaría:

1. He batido mis marcas en 5 k - 10 k y Medio Maratón, bajando a 1h30 en esta última, un listón que no esperaba alcanzar todavía.

2. He bajado de peso, estoy más ligero.

3. Voy con confianza y con la idea de terminar por encima de buscar un crono concreto. Para eso ya habrá tiempo.

Sobre la estrategia de carrera, la idea está definida en ir en torno a 5' el kilómetro e ir viendo las sensaciones que experimento conforme alcance distancias nunca antes vividas. Los famosos muros y tíos del mazo estarán esperando cualquier oportunidad para machacarme. Como defensa contaré con la pócima mágica digna de aldeas galas, tres geles que tomaré en los kilómetros 15, 25 y 35.

Cuando visualizo la carrera imagino una primera parte de buenas sensaciones y contención de euforias indebidas, y un último tercio de buscar motivación en mis referentes y en la gente que durante todas estas semanas me ha estado acosando a preguntas sobre el maratón, esas que todos conocemos del estilo de "¿pero ya corriste un maratón de 10 kilómetros no?". A toda esa gente a la que he contado la leyenda de Filípides, a los que me han mostrado su admiración por atreverme a lanzarme a esa distancia que muchos de los que me leéis ya conocéis en vuestras propias carnes, a los muchos compañeros de clase que lo primero que me preguntarán el lunes nada más verme será ¿qué tal el maratón?. Cuando lleguen las preguntas ¿qué hago aquí? Las frases del estilo esto es una locura etc. etc. buscaré las respuestas en esa expectación que despierta en el entorno de uno correr un Maratón, en esos vídeos que día a día he visto para motivarme, en esos entrenos por el parque del Retiro siguiendo a otros runners, en la mañana, la tarde y la noche, con y sin gente, con y sin lluvia, con y sin parejas remando en su estanco.

Estoy emocionado y estoy con ganas. El Maratón de Valencia ya está aquí. El juego va a empezar y el gusanillo empieza a moverse.

Sólo quiero cruzar la meta. Sólo quiero ser maratoniano.

domingo, 13 de noviembre de 2011

XXXV Media Maratón de Moratalaz y MMP

1 hora 29' 41'' para 20,8 kilómetros reales. O lo que es lo mismo una media de 4'18 para una mejor marca en Media Maratón que haciendo una estimación dejaré en 1h 30' 55'', casi siete minutos menos que mi anterior marca, conseguida en Marbella. Ese ha sido el satisfactorio resultado del último test serio antes de la cita valenciana del 27 de noviembre (que cerca está, no me lo termino de creer!), justo el día después de haberme realizado una Prueba de Esfuerzo y lactato cuyos resultados conoceré próximamente.

El día amaneció perfecto para la práctica del running, estuve viendo algunos vídeos para motivarme antes de unirme a la masa de 2 mil participantes divididos entre la carrera de 10 kilómetros y Medio Maratón, que se mezclaban a eso de las 10 y media a la espera del pistoletazo de salida, que se retrasó unos 15 minutos. La idea inicial era ir todo el trayecto a 4'30'' por kilómetro y si al final me encontraba fuerte acelerar lo que se pudiera. Me coloco en las primeras filas para no quedarme muy trabado entre el mar de piernas y la inercia del comienzo me empieza a descolocar, pasando el primero a 3'59'' (tranquilo Álvaro que queda mucho, no te embales). Lo cumplo y me freno un poco mientras me adelantan a la espera de recoger los cadáveres de los ahora lanzados en la segunda mitad de la prueba. Paso el kilómetro 5 en 21'30 y el 10 en 43'20. En ese punto, los que participaban en la prueba de 10 se desviaban hacia el estadio donde terminaba la prueba, entre ellos un chico de unos 15 años al que tuve que advertir de ello cuando ya seguía a los de 21, y que iba casi dando tumbos después de ir dando cambios de ritmo cada vez que sus amigos le animaban.

El recorrido, plagado de toboganes y de dos vueltas, no se me hizo duro gracias al descanso que me proporcionaban las bajadas. Así pues, tomando agua en cada avituallamiento, cayó un gel en el kilómetro 15 para afrontar los últimos kilómetros en buen estado tras haber completado los 5 k del 10 al 15 en 21'16. "La media empieza en el 17", me repetí recordando unas palabras leídas ayer mientras adelantaba cada vez a más corredores. En el camino, de forma inesperada, bajó a animarme uno de mis compañeros de piso, mi amigo Pablo, lo que me hizo reír en plena carrera al saludarlo sorprendido.

Además del agua, tomé una de las esponjas para refrescarme antes de seguir esperando que las fuerzas no me fallaran. Y no lo hicieron. Acompañé unos metros a un corredor muy gracioso que iba arrancando los aplausos del público con frases como "¡no oigo nada!", con la voz entrecortada mientras una señora le decía que no hablara para no gastar energía y éste le daba la razón. Últimos kilómetros y el bajón no llega, animado por las buenas sensaciones me lanzo, entro en el estadio y sacando fuerzas para sprintar con todo paro el Garmin en los ya mencionados 1h 29' 41'' para 20,83 kilómetros, siendo esos últimos 830 metros los más rápidos, a una media de 3'54''. En la meta, el tradicional caldito caliente típico de esta prueba que sentó muy bien, y la presencia de mi amiga francesa Mathilde con una napolitana para recobrar fuerzas y no seguir bajando de mis actuales 66 kilos. Ya está lista la clasificación, en el siguiente enlace. Al final puesto 194 de 1.160 llegados a meta: http://www.forevent.es/resultados/moratalaz11/moratalaz11_21k.html

La media de hoy queda por tanto así:

1 al 5: 3:59 - 4:30 - 4:27 - 4:14 - 4:22
5 al 10: 4:26 - 4:25 - 4:20 - 4:16 - 4:07
10 al 15: 4:08 - 4:29 - 4:24 - 4:18 - 4:10
15 al 21: 4:23 - 4:20 - 4:22 - 4:17 - 4:11 - 3:14*

*830 metros

Bueno, tras esta buena noticia de hoy, excusarme por el tiempo sin actualizar el blog. Ya han pasado las semanas 8, 9 10 y 11 rumbo al Maratón de Valencia, y en todo ese tiempo ha habido mucho que contar, sin embargo entre el máster, clases de inglés, francés, correr y una visita de 4 días por Madrid y Ávila merced a una visita familiar, me han ido ir aplazando la actualización. En ese tiempo corrí la Carrera Popular del Retiro (10 K) a ritmo de 5', como un entreno más con dorsal, un cross del circuito universitario de Madrid de 5,1 kilómetros, terminados en 19'44, puesto 37 de 114, y la Carrera BBVA justo el día después, completando los 10 K en 40'25'' con un recorrido favorable para terminar el 160 de algo más de 5.000 llegados a meta.

Pero no todo son buenas nuevas, los kilometrajes semanales no han llegado a lo esperado por motivos tan variados como la visita familiar de 4 días, un pequeño catarro ya superado, y puede que la falta de una mayor voluntad. Esperemos no me pase factura.

Semana 8: 23 k (catarro + visita)
Semana 9: 50,1 k
Semana 10: 45,2 k
Semana 11: 45 k

En un próximo post evaluaré todo lo que está rodeando la preparación y las sensaciones para hacer un balance de pros y contras de cara a Valencia.

A seguir zancada a zancada forjando camino.